Las 24 horas del masón.

reloj masonicoPor: Gerardo Bouroncle Mc Evoy
(Tomado de http://diariodelmason.blogspot.com.co)
Génesis: Capítulo 1
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.
Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche”.
Desde el principio el día ha estado representado por la luz y la noche por la oscuridad; la dualidad esta presente entre el claro y el oscuro. 12 horas de luz o día y doce horas de oscuridad o noche es lo que hacen nuestro día de 24 horas. Desde el momento de nuestra iniciación nos convertimos en trabajadores de nuestro templo interno esas 24 horas del día, es decir dentro y fuera del Taller; quizás por eso desde ese momento está demás llamar “trabajo profano” a nuestras actividades diarias, ya que las actividades del Masón son sagradas y nada profanas.

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Reflexiones sobre el silencio masónico

nic3b1o-pidiendo-silencio1Por:  Gustavo B. de la Res.·. Log.·. Simb.·. Manuel Oribe del  Or:. de Montevideo (tomado de http://www.gadu.org)

El silencio del Aprendiz

La primera etapa del aprendizaje masónico está signada por el silencio como medio hábil de lograr una atmósfera de trabajo adecuada y una herramienta eficaz para el desarrollo intelectual y cultivo de la mente. Es una herramienta hábil como un inductor hacia la calma interna necesaria para contrarrestar la ansiedad y la prisa impuesta desde las tentaciones del mundo profano.

Los Hermanos Aprendices, dedicados a la talla y desbaste de la piedra bruta en silencio, somos símbolo vivo y operante de quien trabaja en la construcción de su propia perfección, de quien busca alcanzar los más altos principios intelectuales, morales y sociales que modelen nuestro carácter plenamente, puesto que esta actitud implica una buena cuota de fuerza de voluntad para contener nuestra necesidad natural de polemizar y expresar nuestros pareceres. El silencio nos dará la paciencia necesaria para la resolución de problemas, nos dará la posibilidad de elección de la palabra precisa cuando se nos habilite el uso del verbo, nos dará la posibilidad de brindar una respuesta adecuada, inteligente, fraterna, libre de egoísmos, de falacias y ofensas pero sí cargada de luz.

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