Dentro del juego del ajedrez se gesta la batalla de dos ejércitos opuestos sobre un pavimento cuadrado formado por baldosas alternativamente blancas y negras, que nos recuerda en todo momento la dualidad de la vida: el día y la noche, el placer y el dolor, la virtud y el vicio, el frío y el calor, el nacimiento y la muerte, el amor y el odio, las honras y las calumnias. Estos contrastes acompañan al hombre por los caminos de toda su existencia, y se le recuerdan al aprendiz mason dentro de su ceremonia de iniciación.